Ella...

Todavía recuerdo aquellos días en los que venía corriendo a robarme la nariz, esas noches de verano en las que me daba un beso en la frente para que durmiera mejor, esos abrazos que me regalaba sin venir a cuento y con los que me sacaba una sonrisa, los chistes malos que utilizaba para hacerme reír cuando estaba triste, los experimentos al cocinar que siempre le salían bien, las tardes de mal tiempo en las que veía cientos de películas seguidas conmigo, los enfados en los que me explicaba lo que está mal, todas las veces que me dijo "qué guapa estás, pequeña",  esos catarros en los que no se separó de mi ni un segundo...
Si, lo recuerdo.
Y también recuerdo cuando Él empezó a llevársela... Poco a poco... Al principio eran solo unos días de malestar... Luego pasó a darle fiebres interminables... Después vinieron los mareos, los dolores en el pecho, la falta de energía y la tos.... Más tarde el no poder moverse por cansancio, la dificultad para respirar y el escupir sangre.... Y por último, el diagnóstico del médico "Ya es demasiado tarde"
La frase más cruel, fría y despreciable del mundo. La frase que significaba que no se podía hacer nada, que era demasiado tarde, que hiciéramos lo que hiciéramos íbamos a perderla....
Y así fue.

Ahora, años más tarde sólo tengo dos palabras para Él...
Cáncer: te odio.
Te odio por habérmela quitado, te odio porque por tu culpa nunca más se van a repetir todos esos recuerdos que tanto sitio ocupan en mi cabeza, te odio porque no tenías por qué llevártela a ella, te odio porque me hace falta y ya no está y te odio porque yo no quería echarla de menos.