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18/6/14

Trastorno obsesivo compulsivo.

La primera vez que la vi, todo en mi cabeza de quedó en silencio. Todos los tics, todas las imágenes simplemente desparecieron. Cuando tienes un trastorno obsesivo compulsivo, no tienes momentos de tranquilidad. Incluso en cama estoy pensando, ¿cerré la puerta? si, ¿me lavé las manos? sí, ¿cerré la puerta? sí, ¿me lavé las manos? sí. Pero cuando la vi, la única cosa en la que podía pensar era la curva de sus labios, o la pestaña en su mejilla, la pestaña en su mejilla, la pestaña en su mejilla. Sabía que tenía que hablarle. La invité a salir seis veces, en 30 segundos. Dijo que sí a la tercera, pero ninguna me pareció o suficientemente buena, así que tuve que repetirlo. En nuestra primera cita pasé más tiempo organizando mi comida por colores que comiendo o hablando con ella. Pero le encantó. Le encantó que tuviera que besarla dieciséis veces para despedirme o veinticuatro si era miércoles. Le encantaba que tardara una eternidad en llegar a casa porque había un montón de grietas en la acera. Cuando empezamos a vivir juntos, dijo que se sentía segura, como si nadie pudiera robarnos porque yo, definitivamente, cerraba la puerta dieciocho veces. Siempre le miraba la boca cuando hablaba, cuando hablaba, cuando hablaba, cuando hablaba. Cuando decía que me quería, su boca se curvaba en los bordes. Por la noche, se acostaba en cama y me miraba apagar y encender las luces una y otra vez. Cerraba los ojos e imaginaba que los días y las noches estaban pasando por delante de ella. Algunas mañanas empezaba a darle besos de despedida, pero ella se marchaba porque la hacía llegar tarde al trabajo. Cuando me paré en una grieta en la acera, ella siguió caminando. Cuando me dijo que me amaba su boca era una línea recta. Me dijo que le estaba quitando demasiado tiempo. La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre. Me dijo que no debería haberme dejado aferrarme tanto a ella, que todo había sido un error. Pero, ¿cómo puede haber sido un error si no tengo que lavarme las manos después de tocarla?. El amor no es un error. Está matándome que ella pueda huir de esto y yo no. No puedo salir y encontrar a alguien nuevo, porque siempre pienso en ella. Normalmente, cuando me obsesiono con las cosas, veo gérmenes escondiéndose dentro de mi piel. Me veo aplastado por una sucesión interminable de coches.... Y ella fue la primera cosa preciosa con la que me obsesioné. Quiero despertar cada mañana pensando en la manera en que ella sostiene el volante, cómo mueve el grifo de la ducha como si estuviera abriendo una caja fuerte, cómo sopla las velas, sopla las velas. sopla las velas, sopla las velas, sopla las velas. Ahora sólo pienso en quién más la besa. No puedo respirar porque él sólo la besa una vez; no le importa si es perfecto. La quiero de vuelta.. tanto que dejo la puerta abierta, dejo las luces encendidas.
https://www.youtube.com/watch?v=xWLDGAuNs2Y

Era preciosa.



No era preciosa por tener unos ojos bonitos o una sonrisa perfecta. Tampoco era preciosa por usar una 90-60-90, ni por medir 1'70. No era preciosa por llevar ropa de marca, por usar perfumes carísimos o por sacarse 500 fotos todos los días. No, ella no era esa clase de preciosa.

UnitledElla era preciosa porque sabía hacer reír a todo el mundo, porque se le ocurría que decir en los peores momentos y porque sabía escuchar como nadie. Era preciosa porque siempre estaba de buen humor, aunque no tuviera motivos. Era preciosa por las arrugas que nacían de sus ojos cuando sonreía. Era preciosa por sus ganas de vivir, por hacer planes imposibles y por no juzgar a nadie por ser más o menos atractivo. Era preciosa porque podía pasarse horas y horas ayudando a alguien y no esperaba ni un "gracias" a cambio. Era preciosa porque cuando se enfadaba, bastaban un par de bromas tontas para que se olvidase del motivo. Era preciosa porque durmió toda su vida abrazada a un oso de peluche porque le daba miedo la oscuridad. Era preciosa porque sabía perdonar, olvidar y dar segundas oportunidades. Era preciosa porque no le preocupaba mostrar sus sentimientos, porque lloraba con las películas tristes y podía pasarse el día leyendo. Ella era preciosa porque era diferente, porque le daba igual lo que pensaran los demás y porque, cuando se fue, todos la echaron de menos.